Normalmente utilizamos el bien y el mal como si tuvieran vida propia.
Para “el bien” existe una personificación muy difundida en el mundo: Dios. Por otro lado, “el mal” es personificado por Satanás.
Usualmente si algo bueno sucede o consideramos alguna acción como digna de ser calificada como buena, automáticamente es atribuida a Dios. Y lo mismo para la asociación del mal con Satanás.
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